¿Qué ingénuo instinto o pasión me indujo a pensar que yo era un ángel inmune a los golpes humanos?
¡Qué presunción, qué arrogancia, qué valor inútil!
Nada es leyenda en la vida, salvo la que nosotros inventamos para embellecerla. Por desgracia el amor también sufre para hacernos entender nuestras limitaciones.
Aún así la vida sigue gozando de un elemento imprescindible, la esperanza.
Carpe Diem.
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